TORMENTA
Después de 3 meses de sequía, finalmente llovió. 40º azotaron la última semana, y el sábado nubes grises cubrieron el cielo todo el día.
Llegando la noche, cuando ya la gente estaba agobiada y desesperanzada pensando que sólo eran nubes pasajeras, se levantó una leve brisa fresca, que removió la punta de los árboles, y esas hojas agitándose eran la música de la esperanza. Hermoso paisaje. Árboles verdes iluminados por los faroles de la calle de tierra, con un cielo azul oscuro de fondo.
Ya se sienten las primeras gotas y el olor a tierra húmeda. Las pocas motos que pasan, lo hacen rápido, porque se sabe que las tormentas de verano son bravas. La gente abre las puertas para que se ventilen sus casas.
Ya el cielo está totalmente oscuro, pero se enciende de a ratos con los relámpagos y su seguidilla de truenos, que luego resuenan como cañones de guerra disparándose sobre el techo, sobre nuestras cabezas. Las puertas se cierran, como así también se traban las ventanas. La calle queda a oscuras, mi casa también. Todo es negro. El corte de luz en las tormentas es muy común en el pueblo.
A la mañana siguiente me levanto temprano y veo que el árbol iluminado por el poste de luz en la calle de tierra no está. No están ni el árbol ni el poste. Ni el cielo azul oscuro, ese paisaje antes descripto como hermoso. Ahora sólo se ve la casa de los vecinos, sin el techo, con una pared derrumbada (la de la habitación de los chicos) y un cielo celeste y brillante de un sol tediosamente fogoso generando un clima húmedo y pegajoso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario